A solo dos días del atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, el expresidente Álvaro Uribe alertó sobre un posible ataque en su contra, encendiendo las alarmas en el país y desatando críticas al Gobierno por su aparente indiferencia.

El expresidente Álvaro Uribe Vélez, líder del Centro Democrático, rompió el silencio la mañana de este lunes 9 de junio con una alerta: “Inteligencia internacional me informa de la preparación de otro atentado en mi contra”.

Lo escribió sin más detalles, sin nombres ni pruebas públicas, pero con la gravedad que implica la palabra “atentado”.

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La advertencia llega apenas 48 horas después de que su copartidario, el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, sufriera un ataque aún bajo investigación. Dos hechos en menos de una semana que reviven los fantasmas de la violencia política en un país que no termina de cerrar sus heridas.

Álvaro Uribe, quien hoy enfrenta un juicio por presunto fraude procesal y soborno a testigos, permanece en el ojo del huracán político y judicial. Pero ahora, no son solo los estrados los que lo persiguen: también, según afirma, una amenaza contra su vida.

El expresidente no dudó en apuntar sus críticas al Gobierno nacional. Cuestionó su falta de reacción ante el atentado que dejó herido a Miguel Uribe y reclamó una postura más firme frente a las amenazas que, según él, se ciernen sobre la oposición. “Mientras Miguel se debate por la vida, el Gobierno habla de otros temas”, expresó con dureza.

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La respuesta oficial no se hizo esperar. El director de la Policía Nacional, general Carlos Fernando Triana, informó que se convocará una reunión de seguridad para evaluar la situación. No obstante, aclaró que hasta el momento no hay un informe oficial que respalde la denuncia hecha por el expresidente.

Mientras tanto, el Ejecutivo citó a una reunión de líderes en la Casa de Nariño con el objetivo de garantizar condiciones de seguridad para todos los actores políticos. Sin embargo, el Centro Democrático no acudirá. Considera que la cita llega tarde y con el eco vacío de un respaldo que —según sus voceros— nunca llegó.