Transformando Territorios: el impacto de los PDET en la Sierra Nevada y la Serranía del Perijá


Los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) impulsan la reconstrucción social y económica en los municipios más afectados por el conflicto armado en la Sierra Nevada y la Serranía del Perijá.

Por décadas, los municipios que conforman la subregión Sierra Nevada y Serranía del Perijá han sido testigos del abandono estatal y los estragos del conflicto armado. Sin embargo, las heridas de estas comunidades comienzan a sanar gracias a los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), una iniciativa creada tras el Acuerdo de Paz de 2016 para cerrar las brechas sociales y económicas que dejó la guerra.

En esta subregión, que abarca 16 municipios de los departamentos del Cesar, Magdalena y La Guajira, los PDET se han convertido en un motor de desarrollo y esperanza para miles de familias. 

En entrevista con Belia Bustamante Garzón, coordinadora de la Agencia de Renovación del Territorio (ART) para esta zona, se exploraron los avances, proyectos en marcha y los retos que enfrenta este programa transformador.

El propósito de los PDET: Un pacto con las comunidades

Los PDET no son solo un programa gubernamental; son el resultado del diálogo directo entre el Estado y las comunidades, explica Bustamante Garzón. 

“Estas iniciativas recogen el sentir de las comunidades y buscan cerrar las brechas que dejó el conflicto armado. Se organizan en ocho pilares fundamentales: ordenamiento del suelo, infraestructura, salud rural, educación rural, vivienda y saneamiento básico, reactivación económica, seguridad alimentaria, y paz y reconciliación”, detalla.

Cada uno de estos pilares se traduce en proyectos concretos que buscan superar los rezagos históricos y ofrecer nuevas oportunidades de desarrollo a los territorios.

Obras que transforman vidas

En los últimos años, los PDET han impulsado obras y proyectos significativos en la región. Uno de los ejemplos más destacados es el municipio de Aracataca, Magdalena, donde se invirtieron 23 mil millones de pesos en una dotación integral para las escuelas. 

“Muchas de estas instituciones carecían de lo más básico, como sillas o equipos de cómputo. Hoy, gracias al mecanismo de obras por impuestos, se ha logrado transformar la experiencia educativa de cientos de niños y docentes”, señala la coordinadora.

En Fonseca, La Guajira, se destinaron 8 mil millones de pesos para dotar escuelas con un enfoque étnico. Esto incluyó herramientas como hilos para tejer, telas, máquinas de coser y utensilios para el Programa de Alimentación Escolar (PAE). 

Según Bustamante, “estas dotaciones integrales no solo mejoran la calidad de vida de los estudiantes, sino que fortalecen las tradiciones culturales de las comunidades”.

Además, se han implementado proyectos de reactivación económica, como la entrega de ganado bovino a 33 familias del Consejo Comunitario de Ovatalá y la siembra de cacao, café y ají topito en otras zonas.

Avances y metas hacia el 2025

Aunque el impacto de los PDET es evidente, el programa enfrenta grandes retos. “El objetivo es que las iniciativas comunitarias no se queden solo en proyectos temporales. Queremos que se conviertan en programas nacionales sostenibles, con recursos constantes, y que no dependan únicamente de los fondos de paz”, afirma Agustamante.

Para 2025, la meta es ampliar los convenios con comunidades organizadas y garantizar que ellas mismas operen y ejecuten los proyectos. “Este año hemos trabajado con asociaciones como Azahar Huaco, Ovatalá y Jacobo Pérez, pero queremos que esta dinámica se extienda a los 16 municipios de la subregión”, destaca.

La participación comunitaria como clave del éxito

Un elemento esencial de los PDET es la participación activa de las comunidades. Según Agustamante, “son las comunidades las que identifican sus necesidades y diseñan las soluciones. Esto no solo garantiza que los proyectos respondan a sus realidades, sino que fortalece el tejido social y genera sentido de pertenencia”.

Los resultados han sido alentadores. En palabras de la coordinadora, “las comunidades ahora no solo reciben ayuda, sino que son protagonistas de su propio desarrollo”.

Un camino hacia la reconciliación y la paz duradera

Los PDET no solo buscan mejorar infraestructuras y servicios, sino también construir una paz sostenible en regiones históricamente marginadas. Al involucrar a las comunidades en el diseño y ejecución de los proyectos, se están sentando las bases para una transformación profunda y duradera.

“Este programa es más que inversión. Es reconciliación, es cerrar las heridas de la guerra y abrir la puerta a un futuro de oportunidades para todos”, concluye Belia Bustamante.

Con grandes retos por delante, los PDET siguen demostrando que, cuando el Estado y las comunidades trabajan de la mano, es posible transformar territorios y vidas.


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