
«Soy inocente»: joven emprendedor dice llevar siete meses en prisión por un delito que no cometió
Su éxito en redes sociales se desmoronó tras un arresto que él califica como injusto. Asegura no tener pruebas en su contra y que su vida se convirtió en una pesadilla.
Arley Junior tenía todo para triunfar. A su corta edad, este joven emprendedor de Santa Marta estaba construyendo su futuro con esfuerzo y disciplina.
Dueño de una agencia de marketing digital llamada AX DIGITAL, se abría camino en el mundo del desarrollo web y la publicidad, trabajando con figuras políticas, noticieros y agencias reconocidas. Su nombre comenzaba a ganar prestigio en las redes sociales, y con cada cliente satisfecho, su reconocimiento y sus seguidores crecían.
Pero su vida dio un giro de 180 grados en un solo instante. De la libertad de los negocios digitales pasó al encierro de una celda. Hoy, tras siete meses en prisión, Arley clama por justicia y denuncia que ha sido víctima de un sistema que, según él, lo condena sin pruebas.
El día que todo cambió
El día en que su destino se torció, Arley se encontraba con un conocido cuando fueron interceptados por la Policía.
Un procedimiento de rutina se convirtió en su peor pesadilla. Durante la requisa, los uniformados hallaron un arma en posesión de la otra persona, y sin más explicaciones, lo vincularon a un caso de hurto al banco Davivienda.
«Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado», escribió en una publicación en Facebook, donde narró su calvario.
Asegura que lo detuvieron, lo golpearon y lo señalaron sin pruebas. Desde ese momento, su vida quedó suspendida en una incertidumbre dolorosa.
La otra persona involucrada admitió ser el dueño del arma, no hubo resistencia, no hubo testigos que lo vincularan con el delito. Sin embargo, a pesar de todo, Arley sigue tras las rejas con la amenaza de una condena de entre 9 y 13 años de prisión.

Un grito de auxilio desde la celda
Desde la cárcel, donde cada día pesa como una losa sobre su espíritu, Arley ha intentado agotar todos los recursos legales posibles para demostrar su inocencia.
Su familia ha luchado incansablemente, sacrificando todo por él, pero hasta ahora, la justicia no ha escuchado su voz.
“Han pasado siete meses y sigo aquí, esperando claridad a los cargos que me leyeron”, escribió en su publicación, que rápidamente se viralizó en redes sociales.
El encierro no solo le ha robado su libertad, sino que también ha puesto a prueba su fortaleza emocional. Con dolor expresa que muchos amigos le dieron la espalda, pero en el camino ha encontrado apoyo en personas que nunca imaginó. «Han sido mis ángeles guardianes en este momento difícil», confiesa.

¿Justicia o injusticia?
El caso de Arley no es aislado. En Colombia, cientos de jóvenes han denunciado haber sido detenidos injustamente por el simple hecho de estar en el lugar equivocado. La falta de pruebas, la rapidez con la que se dictan medidas privativas de la libertad y la dificultad para demostrar la inocencia en un sistema judicial colapsado, son realidades que convierten su historia en una más dentro de una problemática mayor.
“Quiero que mi historia sirva como un recordatorio de que la justicia no siempre es justa. Hay personas inocentes como yo que están sufriendo en las cárceles de Colombia”, escribió en su mensaje, con la esperanza de que su voz tras los barrotes no caiga en el olvido.
A pesar de todo, Arley no se rinde. Aunque su agencia de marketing quedó en pausa y su futuro se nubló de la noche a la mañana, sigue creyendo en la posibilidad de recuperar su libertad. Su historia es un llamado de alerta, un grito de auxilio en medio de la desesperanza.
Desde su celda, sueña con el día en que pueda volver a caminar por las calles de Santa Marta, retomar su vida y demostrar que nunca debió estar allí. Mientras tanto, sigue esperando que la justicia, la verdadera justicia, le dé la oportunidad de escribir un nuevo capítulo en su historia.
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