
“Solo un milagro puede salvarlo”: Miguel Uribe no ha respondido a intervenciones médicas
El senador y precandidato presidencial sigue en estado crítico tras el atentado del 7 de junio. Un disparo en la cabeza lo dejó al borde de la muerte. Su familia, sumida en el dolor, no pierde la esperanza y se aferra a lo imposible: un milagro.
Bogotá se ha convertido en un altar de oración desde que Miguel Uribe Turbay cayó desplomado mientras pronunciaba un discurso al aire libre. Eran las 5:40 de la tarde del sábado 7 de junio cuando un disparo interrumpió sus palabras y marcó para siempre la campaña presidencial que apenas comenzaba a tomar fuerza.
El proyectil, disparado por un menor de apenas 14 años, impactó su cabeza. Desde entonces, el país entero se aferra a una sola palabra: milagro.
Dos noches han pasado desde que fue ingresado de urgencia a la clínica que hoy lo mantiene con vida. Pero el segundo comunicado médico oficial, emitido este lunes, no deja espacio para el optimismo: “No ha habido una respuesta favorable a las intervenciones practicadas”, asegura el parte. Miguel sigue en estado crítico. La frase que se repite en los pasillos, entre médicos, familiares y periodistas es una sola: solo un milagro puede salvarlo.
La imagen de su esposa, aferrada a una estampita mientras reza con los ojos cerrados, ha recorrido las redes sociales como símbolo del drama humano que se vive en la clínica. Ella no se ha movido de su lado. Tampoco sus padres ni sus colaboradores más cercanos. La familia autorizó la publicación del reporte médico, consciente de la preocupación nacional. “La situación sigue siendo de máxima gravedad y el pronóstico es reservado”, indicó el comunicado.
Pero la respuesta de la gente no ha sido indiferente. En Bogotá, Medellín, Cali y otras ciudades, cientos de personas han salido con velas en mano a realizar velatones por su salud. En plazas, iglesias y parques se han elevado plegarias. Los colores políticos se han desdibujado frente al dolor y la incertidumbre. Este atentado, ejecutado por un adolescente, ha calado profundo en la conciencia colectiva del país.
No hay declaraciones políticas, no hay promesas electorales, no hay discursos de barricada. Solo el clamor de una sociedad que hoy se une en la fe y la esperanza.
Miguel Uribe Turbay, abogado, político, esposo, padre, precandidato… ahora es simplemente un hombre luchando por su vida. Y Colombia entera espera, en vilo, el milagro que lo devuelva.
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