
Rapitenderos convierten parque en punto de consumo de drogas
En ese lugar se reúnen y comienzan a consumir todo tipo de sustancias alucinógenas, generando malestar y preocupación entre los vecinos del barrio El Progreso.
En pleno corazón de Santa Marta, el barrio El Progreso se enfrenta a un problema que ha alterado la tranquilidad de sus habitantes: el consumo de drogas en un parque, ahora convertido en un centro de encuentro para trabajadores de la empresa de domicilios Rappi.
Según denuncias de los vecinos, las reuniones nocturnas de ciertos repartidores no solo traen consigo un aumento de la inseguridad, sino que también están perjudicando la salud y el bienestar de la comunidad.
El fuerte olor a marihuana que inunda el aire cada noche se ha convertido en una amenaza para la calidad de vida de los residentes.
“Es insoportable. No podemos sentarnos en nuestras terrazas sin tener que soportar esos olores, que afectan a nuestros hijos y a nosotros mismos”, comenta una de las residentes del sector, visiblemente afectada por la situación. La comunidad asegura que tanto adultos como niños han sufrido mareos y náuseas debido a la exposición constante al humo.
Lo que antes era un parque donde los vecinos podían disfrutar de un momento de esparcimiento y tranquilidad, hoy se ha convertido en un lugar de riesgo y malestar. Los habitantes de El Progreso han expresado su preocupación no solo por la salud, sino también por la sensación de inseguridad que se ha instalado en la zona, especialmente cuando cae la noche. Los repartidores de Rappi, al parecer, no solo cumplen con su trabajo, sino que también hacen uso del espacio público para consumir sustancias psicoactivas, generando un ambiente tenso y peligroso para los vecinos.
La comunidad exige una pronta intervención de las autoridades locales para poner fin a esta problemática que afecta a toda la zona. “Es una total falta de respeto. No podemos seguir viviendo así, con nuestros hijos expuestos a estos peligros”, subraya otra vecina, visiblemente frustrada.
El llamado también se extiende a la empresa de mensajería Rappi, de la cual algunos de los involucrados en estas reuniones pertenecen. Los residentes piden que la empresa tome cartas en el asunto y actúe de manera firme para evitar que sus empleados sigan deteriorando la calidad de vida en la comunidad.
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