Lo atacó con una piedra, lo remató con un palo y no encontró ni un peso: brutal intento de robo a un carnicero en Cartagena


Al ladrón no le importaba matar a su víctima con tal de concretar el hurto. Al final se fue con las manos vacías.

El carnicero apenas comenzaba su día cuando la muerte casi lo sorprende. Eran las 4:18 de la madrugada del jueves 3 de abril. Estaba levantando la reja de su carnicería en el barrio 13 de Junio, en Cartagena, cuando un hombre se le acercó por detrás, sacó una piedra de su bolso y se la estrelló en la cabeza.

Así, sin aviso, sin una palabra. Directo al cráneo.

El comerciante, un adulto mayor, cayó al piso, pero aún tuvo fuerzas para intentar defenderse. Forcejeó con su atacante, trató de evitar lo inevitable. Pero el agresor, vestido con suéter azul, bermuda naranja y gorra, no se detuvo. Tomó un palo y lo golpeó una y otra vez, hasta dejarlo inconsciente en plena vía pública.

No fue un robo. Fue una emboscada salvaje. Antes de cometer esta agresión, el delincuente ya había golpeado violentamente al ayudante del carnicero, otro adulto mayor.

Todo quedó grabado en una cámara de seguridad: la saña, la brutalidad, la frialdad. El atacante ingresó al negocio como si ya todo le perteneciera. Revisó, buscó desesperadamente dinero. Pero no había nada. El local apenas abría. No había caja, no había ventas. Solo sangre en el piso y silencio.

Minutos después, gracias al llamado de los vecinos y la rápida reacción policial, el agresor fue capturado. Se trata de Osvaldo, de 25 años, residente del barrio La Puntilla de Olaya Herrera. Ahora está bajo custodia de las autoridades y enfrenta cargos por tentativa de homicidio.

La víctima permanece hospitalizada en la Clínica Madre Bernarda, en estado delicado. Su nombre aún no ha sido revelado públicamente, pero los vecinos lo describen como un hombre trabajador, que llevaba años levantándose antes del amanecer para abrir su negocio.

“Esos golpes no eran para robar, eran para matar”, dice un vecino que presenció parte del ataque. “Lo peor es que no le robó nada, y aún así casi lo mata”.

La ciudad está indignada. La violencia no da tregua, y el barrio 13 de Junio no olvida el cuerpo tirado en la calle, ni la escena escalofriante que convirtió una simple mañana de trabajo en una pesadilla.


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