
La historia detrás del atentado que dejó muerta a doña Inés y heridos a su nieta y bisnieto; iban por ‘El Mono’
La familia Ulloa Correa ha sido golpeada una y otra vez por la violencia. El nuevo atentado, con armas largas, dejó muerta a una anciana de 92 años, herida a su nieta y a un niño de 10 años. La comunidad se pregunta: ¿quién es el ‘Mono’ y por qué lo buscan con tanta saña?
En el barrio San José del Pando ya no hay silencio. Desde la madrugada del sábado, los vecinos repasan una y otra vez los minutos de pánico que vivieron cuando sicarios fuertemente armados irrumpieron en la casa de una mujer de 92 años. Su nombre era Inés Mercedes Manga Rodríguez, y aunque los asesinos no la buscaban a ella, fue quien pagó con su vida.
Las balas no solo acabaron con la existencia de doña Inés, también dejaron gravemente herida a su nieta, María Claudia Ulloa Correa, y al bisnieto de la anciana, un niño de apenas 10 años identificado como Jeferson.
A esa hora dormían. Los criminales entraron buscando a un hombre conocido en la zona como el ‘Mono’, y al no hallarlo, dispararon sin piedad contra quienes estuvieran en el lugar.
La mujer que ya había perdido tres hijas
Quienes conocían a doña Inés la describen como una mujer vital, alegre y muy querida en el sector. Pese a su edad, conservaba una energía que contagiaba a los vecinos. “Siempre estaba en las fiestas del barrio, bailaba, se reía, se gozaba la vida. Era la abuela de todos”, dice una vecina que prefirió no identificarse por miedo.
Pero también era una mujer marcada por el dolor. En 1996, durante el Día de las Madres, tres de sus hijas fueron asesinadas. Pese a esa tragedia, logró seguir adelante. Crió nietos, cuidó de su familia y se convirtió en un símbolo de resistencia. Que haya muerto así, por un conflicto que no era suyo, ha generado indignación entre los vecinos.
“No tenía que morir de esa forma. Era inocente. Esto fue una ejecución con armas de guerra en medio de civiles”, expresó un líder comunitario.
Una familia perseguida a tiros
El atentado del sábado no es un hecho aislado. Forma parte de una escalada de violencia que desde diciembre ha tenido a la familia Ulloa Manga en la mira. El 21 de diciembre, los hermanos Carlos e Iván Herrera Ulloa, hijos del ‘Mono’, fueron asesinados. Ahora, los sicarios volvieron y acabaron con la matriarca de esa misma familia.
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Todo parece parte de una estrategia criminal para golpear directamente al ‘Mono’, quien según las autoridades estaría involucrado en disputas de estructuras ilegales. Ya le mataron a dos hijos, le hirieron a una hija, y ahora le arrebataron a su madre.
¿Quién es el ‘Mono’?
La pregunta que muchos se hacen en el sur de Santa Marta es ¿quién es realmente el ‘Mono’ y por qué lo persiguen con tanta furia?
En los barrios afectados lo conocen como un hombre vinculado a conflictos entre bandas por el control territorial y el microtráfico. Para algunos, es un objetivo de estructuras armadas que quieren desplazarlo o cobrar viejas cuentas. Para otros, su sola mención genera miedo.
Aunque aún no hay un pronunciamiento oficial que detalle su historial judicial o posibles vínculos con organizaciones criminales, la secuencia de ataques en su entorno apunta a una cacería sistemática. Su nombre ha estado asociado a hechos de sangre, pero él ha logrado escapar de todos los atentados, mientras su familia paga las consecuencias.
Violencia sin freno en el sur de la ciudad
El caso de esta familia es solo un reflejo de lo que se vive en barrios como María Eugenia, El Pando y San José del Pando. Desde el miércoles, la violencia no ha dado respiro: cuatro muertos y al menos cinco heridos han dejado diferentes ataques armados. Las víctimas, en su mayoría, tenían antecedentes, pero también hay inocentes en la lista, como una mujer herida por una bala perdida y ahora, la anciana asesinada en su cama.
El alcalde Carlos Pinedo ordenó reforzar la seguridad con presencia de Ejército y Policía, pero los habitantes temen que esa presencia sea momentánea y que los sicarios regresen.
Una abuela símbolo de lucha, silenciada por la guerra
El caso de doña Inés ha tocado una fibra profunda en el barrio. Era el alma de muchas reuniones, la voz de la experiencia, la que siempre tenía un consejo para los más jóvenes. Que haya muerto por culpa de una guerra que no entiende ni comparte, ha dejado un vacío difícil de llenar.
“La vida de ella era un ejemplo. Crió hijos, nietos y bisnietos. Sobrevivió a muchas cosas, pero no a esta violencia absurda que ya no respeta ni la vejez”, lamenta un vecino.
Hoy, la familia lucha por salvar la vida de los heridos mientras los responsables siguen sueltos y el ‘Mono’, ese hombre al que todos buscan, vuelve a desaparecer entre las sombras.
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