Joven se fue del colegio molesto porque le quitaron el celular y apareció cuatro días después 


El joven de 16 años, estudiante del colegio Latinoamericano de Cartagena, fue hallado en buen estado de salud luego de desaparecer tras una discusión en su plantel educativo. Su familia vivió días de incertidumbre y dolor. El adolescente pidió perdón por la angustia causada.


Durante cuatro días, el nombre de Daniel Duque de Ávila se sumó a la lista de desaparecidos en Cartagena. Su madre, Luzdari de Ávila, recorría las calles con la voz entrecortada y el corazón apretado. “No puedo entrar a mi casa sin sentir ese vacío”, repetía una y otra vez, mientras las autoridades revisaban pistas, videos y testimonios.

Todo comenzó el martes 13 de mayo. Daniel, de 16 años y estudiante de décimo grado del colegio Latinoamericano, salió molesto del plantel luego de que una docente le decomisara el celular. Debía permanecer en clases del pre Icfes hasta las cuatro de la tarde, pero se marchó al mediodía sin dar explicaciones. Un video de las cámaras de seguridad lo captó caminando solo, lejos del colegio, sin imaginar la zozobra que su decisión causaría.

Su madre, quien nunca había enfrentado una situación parecida con él, no podía explicar su desaparición. En casa estaban sus pertenencias intactas: su billetera, su tarjeta de identidad y hasta su alcancía, donde guardaba sus ahorros. “Él nunca había hecho algo así. Jamás”, decía entre lágrimas.

El silencio se apoderó de los días siguientes. Ni la Policía ni la Fiscalía podían dar razón de su paradero. Los medios replicaban su rostro y su historia, mientras crecía la preocupación de una ciudad que aún busca a otras personas desaparecidas, como la joven Tatiana Hernández.

Pero la angustia terminó la mañana del sábado 17 de mayo, cuando las autoridades confirmaron que Daniel había sido encontrado con vida y en buen estado de salud. No revelaron detalles de su ubicación ni de su permanencia durante esos días, pero confirmaron que el menor no fue víctima de ningún delito y que estaba siendo valorado por especialistas.

“Perdón, no pensé en lo que causaría”, fueron las palabras que, entre lágrimas, le dijo a su madre al reencontrarse con ella. El abrazo fue largo, como queriendo coser los días perdidos.

Hoy, la familia respira con alivio. Daniel está en casa. El dolor se convirtió en una lección sobre el valor de la comunicación, el control de las emociones y el impacto que puede tener una decisión tomada en medio de la rabia.


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