Los delincuentes llegaron en una chalupa, asaltaron una joyería en pleno centro de El Banco y huyeron por el río Magdalena sin que la policía lograra alcanzarlos.

El rugido del motor de la chalupa se perdió en las aguas del río Magdalena. Minutos antes, cuatro hombres armados habían irrumpido en la joyería Pincho, ubicada en el corazón de El Banco, Magdalena. Se llevaron varias prendas de oro y, con una rapidez sorprendente, escaparon sin dejar rastro. No usaron motos, ni carros, ni callejones para huir. Su ruta de escape fue el río.

El asalto ocurrió a plena luz del día, cerca del mediodía. Los delincuentes llegaron en una embarcación y, con determinación, se dirigieron a su objetivo. En cuestión de segundos, sacaron sus armas, sometieron a empleados y clientes, y exigieron todo el oro que pudieran cargar. Pero el atraco se tornó violento cuando el propietario, Edinson de Jesús Márquez Palma, intentó resistirse. Un disparo lo dejó herido y el estruendo de las balas al aire ahuyentó a los curiosos.

Con el botín en sus manos, los ladrones no perdieron el tiempo. Corrieron hasta el puerto, donde su chalupa los esperaba con el motor encendido. Se subieron sin dificultades y desaparecieron en el cauce del Magdalena, rumbo a El Peñol, Bolívar.

Un escape anunciado
Las autoridades llegaron minutos después y desplegaron un ‘plan candado’ en las calles, pero el problema era evidente: los delincuentes no estaban en tierra. Desde la orilla, algunos testigos aún los veían a lo lejos, pero atraparlos era imposible. El río, que por años ha sido el alma comercial de la región, se convirtió en su mejor cómplice.

En El Banco, Magdalena, el crimen no necesita motos ni carros para fugarse. Aquí, los ladrones huyen en chalupa, y el agua se encarga del resto.