
Dinero quemado, dinero maldito: la orden es no usarlos ni recibirlos
Las autoridades han sido claras: no se deben recibir ni utilizar los billetes que fueron robados en el asalto al aeropuerto de Riohacha. Parte del dinero está quemado, pero su origen lo hace aún más tóxico. Más que una fortuna, se ha convertido en una maldición ambulante.
La Policía Nacional ha iniciado una carrera contrarreloj para recuperar el dinero hurtado en el audaz atraco ocurrido en el aeropuerto Almirante Padilla, y lanzó una advertencia: está prohibido circular los billetes robados. No importa si están quemados, rotos o intactos. Son evidencia de un delito, y quien los tenga o intente usarlos podría enfrentar problemas.
El comandante de la Policía en La Guajira, coronel Diego Montaña, anunció que se desplegaron operativos especiales en las zonas comerciales de la ciudad, especialmente en los mercados viejo y nuevo.
El objetivo es localizar e incautar el dinero que se habría comenzado a mover entre la población luego de que una camioneta utilizada en la fuga fuera incendiada y dejara los billetes regados por la vía.
“Varios de estos billetes presentan quemaduras o están parcialmente deteriorados, lo cual es clave para su identificación. Estamos rastreándolos activamente”, aseguraron uniformados que participan en la búsqueda.
Una ilusión convertida en vergüenza
Cuando los billetes empezaron a volar por los aires, muchos creyeron que la suerte les había sonreído. La escena parecía de otro mundo: personas recogiendo fajos entre el humo, otros tomando fotos, algunos incluso intentando cambiar los billetes en negocios cercanos. Pero el júbilo se transformó en desconcierto y luego en temor.
“Eso parecía una lluvia de plata, pero ahora nadie quiere ni tocarlos”, dijo un comerciante de la zona. “Nos dijeron que si uno guarda o usa esos billetes, se mete en problemas”.
La comunidad pasó del entusiasmo a la frustración. El dinero que por un instante fue visto como un regalo caído del cielo, ahora es considerado una carga peligrosa.
Los billetes no se salvan, ni quienes los porten
El llamado de las autoridades es claro: el dinero hurtado no puede circular. Y aunque muchos billetes presentan daños por el fuego, siguen siendo rastreables y su posesión constituye un delito.
“Este dinero es producto de un robo. No importa si alguien lo recogió sin saberlo. Si lo tiene, debe entregarlo”, insistió el coronel Montaña. Las investigaciones avanzan no solo para dar con los autores materiales del atraco, sino también para evitar que los billetes robados terminen infiltrándose en el comercio local.
Mientras los operativos continúan y las cámaras de seguridad son analizadas en busca de pistas, en Riohacha se respira un ambiente de tensión.
El dinero, que para algunos representó una esperanza fugaz, hoy es visto con recelo. Y en cada esquina donde alguien intenta pagar con un billete en mal estado, la sospecha arde más que las llamas que lo quemaron.
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