Daniel Rojano, de salvar vidas en ambulancia a perder la suya en un pique ilegal


Pasó de atender emergencias a ser una de ellas. Su cuerpo quedó destrozado tras un violento accidente durante una carrera ilegal en la Troncal del Caribe.

Daniel Rojano tenía 22 años y una vida cruzada por dos mundos opuestos: el de salvar vidas y el de retar a la muerte. En su trabajo, vestido con el uniforme de conductor de ambulancia, recorría las calles de Santa Marta a toda velocidad para llegar antes que el destino a un accidente. En sus horas libres, cambiaba el uniforme por un casco, una chaqueta de cuero y una moto potente que lo hacía sentirse invencible.

Apenas se bajaba de la ambulancia, se subía a su propia máquina. Aceleraba. Y no se detenía. Los jueves eran sagrados: si no estaba de turno, se reunía con su grupo de amigos en la Troncal del Caribe para correr. Los piques ilegales, como ya es costumbre, se armaban al caer la noche. Ahí estaba él, feliz, grabado por sus amigos que celebraban sus maniobras arriesgadas. Daniel era veloz, hábil, atrevido. Se sentía inmortal.

Pero la noche del último jueves fue distinta.

Mientras participaba en una de esas competencias clandestinas, Daniel perdió el control. El impacto fue tan brutal que una de sus piernas salió volando varios metros. Su cuerpo quedó tendido, irreconocible. En segundos, el que tantas veces había asistido heridos en accidentes similares, se convirtió en uno más de la estadística fatal. Esta vez, estuvo del otro lado.

Nada pudo hacerse.

Amigos grabaron momentos previos al accidente 

Los videos de esa noche se volvieron virales, pero no por sus maniobras. Se multiplicaron en redes los mensajes de despedida, las fotos alegres, los recuerdos de quienes compartieron con él en Fundacion, su pueblo natal, y en Ciudad Equidad, donde vivía. 

Sus amigos lo recuerdan como un joven divertido, apasionado por las motos, por la adrenalina, por la velocidad. Su familia aún no logra comprender por qué, si tantas veces presenció tragedias desde su ambulancia, no fue capaz de medir el riesgo al que se exponía.

“No entendemos cómo, después de ver tanto, no se cuidó”, dijo uno de sus parientes, con la voz quebrada. “Él sabía a lo que se enfrentaba, pero no creyó que le pasaría”.

Las autoridades distritales lamentaron lo ocurrido y aseguraron que se intensificarán los controles contra estos encuentros ilegales que siguen cobrando vidas en Santa Marta. 

“Hemos hecho operativos, pero vamos a ser más drásticos. No podemos permitir que nuestros jóvenes sigan muriendo en estas carreras”, dijo un vocero de la Alcaldía.


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