El hombre que intentaba tomar una ruta alterna para salir del bloqueo campesino en la Troncal del Oriente fue arrastrado por la creciente del río Frío. Dos ocupantes lograron sobrevivir, pero él quedó atrapado en el vehículo. Vecinos arriesgaron su vida para recuperar el cuerpo.

La tarde del jueves se tornó caótica en el municipio de la Zona Bananera. Las protestas de campesinos bloqueaban la Troncal del Caribe, obligando a muchos conductores a buscar rutas alternas. Uno de ellos fue Mateo Muñoz, trabajador que se movilizaba rumbo a Valledupar en una Nissan Kick roja.

En un intento desesperado por continuar su viaje, Mateo se desvió por un paso improvisado en una zona baja del río Frío. Las lluvias recientes habían incrementado el caudal, pero no lo suficiente como para advertir el peligro inmediato. Sin embargo, cuando el vehículo estaba a mitad del cruce, la corriente lo sorprendió.

Una comunidad al rescate 

En cuestión de minutos, la camioneta fue arrastrada. Dos de los ocupantes lograron salir del agua, pero Mateo quedó atrapado dentro del vehículo. Lo que ocurrió después fue un ejemplo de la solidaridad que aún sobrevive en los pueblos.

Vecinos y curiosos llegaron rápidamente. Algunos grababan con sus teléfonos, pero muchos otros se lanzaron a ayudar sin pensarlo dos veces. Con sogas, palos y mucha determinación, intentaron alcanzar el carro. Las condiciones eran extremas, pero la intención de salvar una vida pudo más que el miedo.

La noche cayó, pero la esperanza no. Varios hombres se organizaron en una cadena humana y, enfrentando la fuerza del agua, lograron llegar hasta el vehículo. Allí descubrieron que Mateo ya no tenía signos vitales. No obstante, no se detuvieron. Si no pudieron salvarlo, al menos querían que su cuerpo no fuera tragado por el río.

Fue así como, con maniobras improvisadas y una valentía admirable, lograron sacar el cuerpo de Mateo y regresarlo a la orilla. Los presentes rompieron en aplausos, algunos en llanto.

Héroes sin uniforme

En los videos que circularon en redes sociales quedó registrada la labor de quienes, sin entrenamiento ni equipos especiales, se enfrentaron a la corriente: Víctor Manuel Fontalvo Noriega, Jorge Luis Bermúdez Noriega, Álvaro Bermúdez Noriega, Yeir Alfonso Bermúdez Noriega, Carlos Jiménez Pupi, Alfre Bermúdez, Jorge Herrera Durán y César Hernández.

Ellos, junto a otros anónimos, mostraron que en medio de la tragedia también puede brillar lo más humano: el valor de ayudar al otro, incluso cuando la muerte ronda tan cerca.