
Cienaga, Zona Bananera y Fundación, los municipios con más homicidios en Magdalena
Las tres localidades sumaron un total de 226 fallecidos, la mayoría producto de la disputa territorial entre bandas criminales.
El departamento de Magdalena cerró el año 2024 con un balance trágico: 573 personas murieron de manera violenta, según reportes de la plataforma de defensores de derechos humanos liderada por Lerber Dimas.
Esta alarmante cifra evidencia el recrudecimiento de la inseguridad en la región, donde la mayoría de los homicidios obedecen a la disputa territorial entre las bandas criminales Autodefensas Conquistadores de la Sierra y Autodefensas Gaitanistas de Colombia.
Ambas organizaciones libran una guerra cruda y sangrienta por el control de rutas estratégicas para actividades ilícitas como el narcotráfico y la extorsión, lo que ha sumido a los municipios más afectados en una espiral de violencia.
Entre las localidades más golpeadas por este fenómeno se encuentra Ciénaga, que contabilizó 108 homicidios, de los cuales 105 fueron hombres y 3 mujeres. Zona Bananera, por su parte, registró 74 asesinatos, con 72 hombres y 2 mujeres como víctimas. En Fundación, 46 personas perdieron la vida en hechos violentos, incluyendo 43 hombres y 6 mujeres.
Estas cifras no solo reflejan un impacto devastador en las comunidades, sino que también exponen la dimensión del conflicto, donde los hombres se ven mayormente involucrados, aunque las mujeres no están exentas de la tragedia.
Según Lerber Dimas, el aumento en los homicidios responde principalmente a ajustes de cuentas entre los grupos armados ilegales que buscan consolidar su poder en el territorio. “Esta guerra entre las Autodefensas Conquistadores de la Sierra y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia ha dejado un rastro de muerte y desesperanza en la población. Es necesario implementar estrategias más eficientes para contrarrestar esta guerra de grupos armados”, afirmó el defensor de derechos humanos.
Dimas también destacó que la solución no puede limitarse al fortalecimiento de la fuerza pública, sino que debe contemplar la creación de programas de prevención y alternativas de vida para los jóvenes que son reclutados por estas estructuras criminales.
Según él, la violencia que azota al Magdalena no solo refleja el poder de las bandas, sino también la ausencia de oportunidades y la falta de una intervención estatal integral en las zonas más vulnerables.
El panorama en Magdalena es desolador. La violencia homicida no solo pone en riesgo la tranquilidad de las comunidades, sino también el desarrollo social y económico de la región. El departamento, que alberga una riqueza cultural y natural incomparable, necesita con urgencia acciones que frenen esta espiral de muerte y devuelvan la esperanza a su población.
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