Alcaldesa ordenó despido de vigilante en Fundación por un “me gusta” que dio en Facebook a la anterior mandataria 


Un mensaje de buenos deseos en Facebook le costó el trabajo a un vigilante, quien señala a la alcaldesa Luz Helena Andrade de tomar represalias por su publicación.

A José Luis Murillo todavía le cuesta entender lo que pasó. En Fundación, Magdalena, donde el calor aprieta igual que las pasiones políticas, su historia se ha vuelto conversación de esquina y comentario de redes: dice que lo echaron de su trabajo de vigilante por saludar en Facebook a la exalcaldesa y hoy diputada, Mallath Martínez.

“El problema fue escribir ‘excelente doctora Mallath Martínez, Dios guíe sus pasos’”, recuerda José Luis, aún con una mezcla de rabia e incredulidad. 

Nunca imaginó que ese simple comentario, escrito con aprecio y sin segundas intenciones, lo dejaría sin empleo. Pero así fue. Días después, recibió la notificación de la terminación de su contrato. Sin más explicaciones, sin derecho a réplica.

“La alcaldesa Luz Helena Andrade Campo me echó como un animal”, asegura. Y lo dice con la voz quebrada de quien no solo ha perdido su sustento, sino también la fe en las personas que un día acompañó sin reservas. 

“Fui leal con ella desde el principio, caminé de sol a sol en su campaña, convencido de que era la mejor opción para Fundación. Pero ahora no entiendo esta decisión”.

En una ciudad pequeña como Fundación, donde todos se conocen y los bandos políticos se vigilan de cerca, los gestos más mínimos —un saludo, una reacción, un comentario en redes sociales— pueden ser leídos como traición. Y eso, según José Luis, fue lo que le pasó. “Me señalaron de desleal por desearle el bien a alguien que hizo una buena gestión. ¿Desde cuándo eso es pecado?”, se pregunta.

José Murillo no es una figura pública ni un agitador político. Es un hombre trabajador, uno más entre muchos que sobreviven con lo justo. Por eso le duele tanto lo que considera una injusticia sin sentido. “No lo hice con mala intención, ni por politiquería. Solo escribí lo que sentía”, repite, como si aún esperara que alguien escuche.

Ahora, sin empleo y con una economía que tambalea, su historia se suma a la larga lista de dramas cotidianos que se viven en los pasillos del poder local. Una muestra más de cómo, en algunas regiones del país, la política no solo divide, sino que castiga.


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