Alcaldesa clama por intervención militar ante ola de violencia en la Zona Bananera


Cuatro muertes en tres días es el reflejo de la ola de violencia que afecta al municipio.

Las cifras son tan frías como devastadoras: cuatro muertos en apenas tres días. En la Zona Bananera, el silencio de las noches ya no es de paz, sino de miedo.

En medio de una guerra criminal entre el Clan del Golfo y ‘Los Pachencas’, el municipio se hunde en una espiral de violencia que amenaza con convertirlo en el más peligroso del Magdalena.

Y en medio del caos, se alza una voz desesperada: la de la alcaldesa Clareth Olaya Jiménez, quien, al borde del colapso institucional, hizo un llamado urgente a las fuerzas militares para recuperar el control de su territorio.

“No permitiremos que la inseguridad se apoderé del municipio. Vamos a desterrar la violencia”, sentenció.

El clamor de la mandataria no fue una simple declaración a los medios. Lo convirtió en acción. Convocó de inmediato una reunión de emergencia con los altos mandos del Ejército Nacional, en la que participaron figuras clave como el general William Fernando Prieto, comandante de la Primera División; el coronel Óscar Iván Ocampo, comandante de la Segunda Brigada; y otros oficiales de inteligencia militar. También estuvo presente el secretario del Interior, Héctor Zuleta Rovira.

La reunión, celebrada en medio de un ambiente cargado de tensión y preocupación, tuvo un objetivo claro: articular una ofensiva militar en las zonas rurales más vulnerables del municipio, donde los grupos armados ilegales han encontrado terreno fértil para sembrar el miedo.

La alcaldesa fue enfática. Exigió una mayor presencia del Ejército, operativos contundentes y el despliegue de unidades especiales. No quiere promesas, quiere resultados. Y al parecer, su insistencia surtió efecto: en las próximas horas llegarán nuevas tropas, incluidas unidades blindadas, para reforzar patrullajes y operativos conjuntos con la Policía Nacional.

Esta decisión no solo busca contener la escalada de violencia, sino también frenar delitos como el hurto, la extorsión y la intimidación a comunidades enteras. “Seguiremos liderando, junto a las fuerzas del orden, una ofensiva integral para proteger a las comunidades rurales y devolver la tranquilidad a la Zona Bananera”.

La situación es crítica. Las balas no solo matan cuerpos, también destruyen la esperanza de quienes aún creen que vivir en paz en la Zona Bananera es posible. Y mientras las tropas se alistan para desplegarse, el municipio aguarda —con temor y esperanza— que esta vez la respuesta sea diferente. Que esta vez, el Estado llegue y se quede.


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