Adolescente de 13 años se quitó la vida luego de discutir con su mamá por quitarle el celular


La joven que estaba a punto de cumplir 14 años fue hallada muerta en su habitación.

Aylin Abigail Portillo Escobar tenía todo listo para celebrar su cumpleaños número 14 este sábado. Pero la alegría fue reemplazada por el luto. Su cuerpo fue hallado sin vida en su propia habitación, luego de una discusión con su madre que terminó con la decisión de quitarle el celular.

Lo que parecía un castigo cotidiano se convirtió en la antesala de una tragedia que hoy conmueve al municipio de Atiquizaya, en el departamento de Ahuachapán en El Salvador.

El hecho ocurrió en la vivienda donde Aylin vivía con su madre, Lorena Peña. Fue ella quien compartió con el país entero el drama vivido. “Mi hija Aylin Abigail se me ahorcó y falleció, todo por quitarle el maldito celular”, escribió en redes sociales apenas unas horas después, devastada y sin consuelo.

Lo hizo, dijo, para evitar que otros inventaran versiones y para advertir lo que hoy considera un riesgo silencioso dentro de los hogares: la dependencia emocional de los adolescentes hacia los dispositivos móviles.

Un regaño que terminó en tragedia

La discusión fue breve pero intensa. Lorena le retiró el celular a su hija como medida disciplinaria. Aylin, según relató su madre, se encerró en su cuarto sin decir más. Al ver que no salía ni respondía, Lorena entró a la fuerza. La escena que encontró no se borra: su hija colgada, sin signos vitales. Intentó reanimarla, pidió ayuda, gritó. Pero ya era tarde.

La noticia se regó rápido por el pueblo. Nadie podía creerlo. Aylin, la adolescente que sonreía en las clases de artes marciales, que ya portaba con orgullo su cinturón verde en la escuela Koryo, había tomado una decisión irreversible. El centro deportivo donde entrenaba publicó un mensaje de despedida: “Lamentamos profundamente el fallecimiento de nuestra alumna Aylin Abigail. Que Dios la reciba en su santa gloria”.

Señales que no vimos

Con la mirada hacia atrás, amigos y familiares han empezado a revisar las últimas publicaciones de la joven en redes sociales. Algunos mensajes sueltos, frases cargadas de melancolía, podrían haber sido advertencias de su estado emocional. “Ojalá la gente no espere a que uno se muera para darse cuenta que estaba triste”, escribió en algún momento. Hoy, esas palabras duelen como una súplica no escuchada.

Aylin será velada en el cementerio Jardines del Paraíso. Allí la despedirán sus compañeros, vecinos y familiares, muchos de los cuales aún no logran entender cómo una pelea habitual pudo tener un desenlace tan brutal.

Una alerta para todas las familias

La historia de Aylin ha reabierto un debate urgente: ¿estamos prestando suficiente atención a la salud mental de nuestros hijos? ¿Qué tanto conocemos sobre su relación con la tecnología? ¿Qué tan preparados estamos para hablar, contener y comprender sus emociones?

“No se trata solo del celular. Se trata del vínculo que construimos con ellos, de la capacidad de escuchar y de entender lo que sienten”, dice Carolina Romero, psicóloga clínica que ha trabajado con adolescentes en crisis. Para ella, el caso de Aylin refleja no una culpa individual, sino una falta de herramientas colectivas para enfrentar el mundo emocional de los jóvenes.

La tragedia de Atiquizaya no es la primera, ni será la última si no se actúa.


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