
Técnicos de refrigeración pagados por narcos usaban contenedores de fruta para mover cocaína en el Puerto
Santa Marta vuelve a estar en el radar del narcotráfico internacional. Esta vez, no fue por una caleta en altamar ni por una avioneta clandestina, sino por un mecanismo más sofisticado: el camuflaje de droga en los sistemas de refrigeración de contenedores, justo antes de salir hacia Europa.
En una operación conjunta entre la Fiscalía General de la Nación y la Dirección Antinarcóticos de la Policía Nacional, tres hombres fueron capturados en pleno acto, manipulando compartimientos técnicos en el interior de la Sociedad Portuaria. Lo que parecía un mantenimiento de rutina resultó ser la punta de un engranaje criminal.
Los implicados, Kevin Damián Aguilar De La Cruz, Óscar Miguel Tapia Duarte y Ray Andrés Ureche Cabarcas, no eran improvisados. Eran técnicos con acceso autorizado, conocedores del sistema, y según las investigaciones, parte de una red transnacional que aprovechaba su perfil profesional para cargar droga sin levantar sospechas.
Durante la inspección, las autoridades hallaron 65 paquetes rectangulares que contenían 54,052 kilogramos de clorhidrato de cocaína. La droga estaba oculta en el sistema de enfriamiento de uno de los contenedores con destino a Amberes (Bélgica), uno de los principales puertos de entrada del narcotráfico a Europa.

Los investigadores aseguran que se trataba de una modalidad perfeccionada: esconder la droga en los compartimientos técnicos diseñados para conservar alimentos, en este caso frutas tropicales, sin alterar el funcionamiento general del contenedor. La complejidad del camuflaje dificultaba su detección en las revisiones de rutina y solo una labor de inteligencia permitió descubrir el cargamento.
Juez les cierra las puertas… por ahora
Tras la captura, los tres hombres fueron presentados ante un juez de control de garantías, donde la Fiscalía les imputó el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes. Aunque no aceptaron los cargos, el juez determinó que existían pruebas suficientes para imponerles medida de aseguramiento en centro carcelario mientras avanza el proceso judicial.
El material probatorio incluía registros audiovisuales, testimonios y evidencia directa del modo en que los implicados manipulaban el contenedor. “No fue una casualidad. Fue una operación meticulosa y una infiltración calculada en una infraestructura clave para el comercio exterior”, indicó una fuente cercana al caso.
Puerto en alerta máxima
Este caso encendió las alarmas entre las autoridades portuarias y los organismos de control. No es la primera vez que Santa Marta es usada como plataforma para el tráfico internacional de drogas, pero el nivel de especialización técnica de los implicados ha llevado a reforzar los protocolos de vigilancia interna.
La Fiscalía advirtió que la investigación sigue abierta y busca establecer si hay otros empleados o estructuras criminales infiltradas en el sistema logístico del puerto. Mientras tanto, el mensaje fue claro: la lucha contra el narcotráfico ahora también se libra entre cables, motores de refrigeración y documentos de exportación.
La cocaína que no alcanzó a zarpar rumbo a Bélgica es solo una muestra del riesgo que enfrenta un puerto que, bajo la fachada de exportar productos agrícolas, ha sido blanco constante de redes que mezclan corrupción, conocimiento técnico y rutas marítimas internacionales.
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