
Junior no tenía enemigos, pero un nuevo oficio que desempeñaba le habría traído problemas
La comunidad aún no entiende por qué un joven trabajador, querido y sin aparentes enemigos, fue asesinado a tiros. Las autoridades indagan una posible línea relacionada con préstamos gota a gota.
Gaira amaneció en silencio, sin palabras para explicar cómo un joven trabajador, padre de familia y vecino querido, fue asesinado a tiros mientras compartía en la esquina de siempre.
Era lunes festivo y Junior hacía lo de siempre: compartir un rato con amigos, reírse, tomarse unas cervezas, conversar tranquilo. Nada distinto, nada sospechoso. Por eso el ataque fue tan absurdo, tan brutal. Lo mataron sin darle tiempo de reaccionar, de frente a todos, en el sitio donde se sentía más seguro: su propio barrio.
Junior Pinedo Martínez estaba sentado, de espaldas a la calle, en la esquina de un estadero frente al parque de Gaira, cuando sicarios en moto se acercaron y sin mediar palabra abrieron fuego. Le dispararon las veces necesarias hasta dejarlo sin vida. Cayó boca abajo, sin signos vitales, en la misma silla donde minutos antes había estado bromeando con sus amigos.
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Minutos después, el llanto desgarrador de su esposa rompió el silencio. Llegó al lugar corriendo, se lanzó sobre él, lo abrazó y preguntaba una y otra vez quién la iba a ayudar ahora con las dos hijas pequeñas que tenían juntos. No había consuelo. La escena era tan dolorosa que hasta desconocidos lloraron con ella. “Era una familia buena, unida, sin problemas. ¿Por qué?”, decían.
Las actividades que desempeñaba
Junior tenía su negocio de ceviches y mariscos, conocido en todo el sector. Cuando alguien preguntaba por “Junior Mariscos” o “Mariscos Junior”, no había quien no supiera de quién se trataba. Un joven trabajador, amable, servicial, que apostaba por crecer desde lo legal, desde lo propio.
Por eso su asesinato generó tanto impacto. Las redes sociales se llenaron de mensajes: “Ombe, Junior era una buena persona”, “¿Por qué matan gente así?”, “Qué injusticia, qué dolor”. Su madre, también muy conocida en Gaira, recibió el respaldo de todos: vecinos, amigos, clientes. Nadie logra encontrarle lógica a un crimen que parece no tener motivo.
Sin embargo, mientras la comunidad llora, las autoridades tratan de entender qué pudo estar detrás del ataque. En principio, se descarta un caso de extorsión, ya que su negocio era pequeño y no generaba grandes ingresos. Pero una línea de investigación ha comenzado a tomar fuerza: el manejo de dinero a través de las llamadas “rutas de paga diario”.
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Se trata de préstamos informales de corto plazo que se mueven en sectores populares, muchas veces sin garantías claras y bajo presión. Según versiones que ya están en manos de los investigadores, Junior habría comenzado a mover pequeñas sumas de dinero por esa vía, prestando a conocidos y cobrando diariamente.
Aunque no manejaba montos altos, en ese mundo las reglas pueden ser peligrosas y un mal entendido puede escalar rápido. Por esa línea se intenta establecer si hubo algún conflicto o amenaza que él no comentó a su círculo cercano.
Lo cierto es que su actitud esa noche no mostraba miedo. Estaba relajado, sin guardarse la espalda, como lo hacen los que saben que no tienen de qué preocuparse. Y eso es lo que más desconcierta a todos.
Su muerte duele, no solo porque fue violenta e injusta, sino porque era uno de los que quería salir adelante, no uno más en la violencia. Lo mataron y nadie entiende por qué.
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