Los hombres fueron asesinados a sangre fría frente a decenas de pasajeros dentro de un bus que cubría la ruta Zona Bananera–Ciénaga. Sicarios disfrazados de pasajeros cometieron el crimen y obligaron al conductor a seguir el trayecto sin detenerse.

El bus partió como cualquier otro día. Pero a la altura del sector de San Pablo, en la Zona Bananera, el recorrido cambió de golpe. Dos hombres se subieron al vehículo como si fueran pasajeros más. Sin embargo, su verdadero propósito era otro: matar.

Armados y decididos, sacaron sus armas y apuntaron a todos los ocupantes. Nadie se movió. Los sicarios tenían claro a quién buscaban. En medio del miedo generalizado, fueron directo hacia dos hombres que viajaban juntos en el mismo bus VIP. Los habían estado siguiendo. Sabían en qué momento actuar.

Ahí, en pleno trayecto, los asesinaron a sangre fría ante la mirada de los demás pasajeros, que apenas podían contener el llanto, el pánico, la impotencia. Uno, dos, tres y un par de tiros más hicieron hasta garantizar la ejecución de sus dos víctimas. 

Conductor amenazado 

Tras el doble homicidio, los sicarios no huyeron de inmediato. Apuntaron al conductor y le advirtieron: “No pares hasta Ciénaga, o mueres”. Durante casi una hora, el bus siguió su curso con los cuerpos de las víctimas inertes y un ambiente cargado de terror, susurros y lágrimas.

Las víctimas fueron identificadas este sábado como Darwin Antonio Poveda y Rodrigo Vásquez. Ambos se conocían y viajaban con rumbo a Santa Marta. No llegaron. Tenían cuentas pendientes con alguien que no perdonó. Fueron perseguidos hasta su último día.

Los demás pasajeros vivieron una pesadilla. No solo fueron testigos del asesinato, también permanecieron como rehenes del miedo durante todo el trayecto, encerrados en una escena de muerte.

Las autoridades investigan el móvil del crimen, que por la manera como fue ejecutado, apunta a un ajuste de cuentas. Pero más allá de los motivos, lo que queda es la huella de terror que marcó ese bus y a todos los que lo abordaron.