
En sepelio de despedida a Comando 18, las ACSN rindieron homenaje y mostraron su poder armado
Un centenar de hombres con fusiles y uniformados, presuntos integrantes de las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada, rindieron honores póstumo a Eduardo Henao Marques, uno de sus líderes militares, en una ceremonia con ráfagas al aire y presencia de comandantes del grupo.
El sonido de las ráfagas de fusiles no fue de combate, esta vez. Fue de despedida. En la vereda Machete Pelao’, en zona rural de Santa Marta, hombres armados formaron una calle de honor para rendir tributo a uno de los suyos: Eduardo Henao Marques, conocido en la estructura armada ilegal como alias Comando 18.
El homenaje fúnebre, inusual y desafiante, congregó a alrededor de 100 hombres con uniforme militar, rostros cubiertos y fusiles en mano. El acto tuvo el formato de una ceremonia militar no oficial, aunque sin duda organizada y ejecutada con una precisión que refleja la estructura de poder que aún ostentan las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN) en el territorio.
“Fue un líder valiente, murió en su ley, defendiendo nuestras causas”, pronunció una de las voceras mientras el féretro era escoltado por los hombres de confianza del fallecido. La escena, captada por algunas imágenes que circulan entre líderes comunitarios de la región, muestra la dimensión del control y la simbología que estas estructuras manejan en las zonas rurales de la Sierra.
Los presentes en el sepelio no solo eran combatientes. Entre ellos también había campesinos y familiares de Henao Marques. Algunos, con la mirada baja, otros, escuchando en silencio las palabras de despedida. Entre los asistentes se encontraban los dos máximos jefes militares de la organización: alias Cholo y alias Pitaliso o Comando 32, quienes lideran a más de mil hombres armados según fuentes de inteligencia.
Una muerte en combate
Eduardo Henao Marques no era un combatiente cualquiera. Tenía un rango alto dentro de la organización, con al menos 100 hombres bajo su mando. Su trayectoria en el grupo lo posicionaba como uno de los comandantes clave en la disputa territorial con el Clan del Golfo, enemigo declarado de las ACSN.
Su última operación fue en la vereda Los Limones, en jurisdicción de La Guajira, donde dirigió un ataque para recuperar un campamento que había sido ocupado por el Clan del Golfo. La ofensiva, según información de la organización, fue exitosa. Sin embargo, Comando 18 fue alcanzado por un disparo en la cabeza durante el repliegue. Malherido, quedó a merced de los enemigos que finalmente lo remataron.
Los miembros de las ACSN aseguraron que la muerte de Comando 18 no sería en vano. Reafirmaron su propósito de “defender el territorio y a los campesinos” y prometieron continuar la ofensiva para “desterrar” al Clan del Golfo de la región.
Este tipo de actos fúnebres, que rompen abiertamente con la legalidad del Estado, evidencian la capacidad de las estructuras criminales para construir sus propias narrativas y ejercer control simbólico y militar sobre comunidades enteras.
Mientras en las ciudades el conflicto parece lejano, en veredas como Machete Pelao’ la guerra se vive de cerca, y sus protagonistas, vivos o muertos, son recordados como héroes o villanos según el lado del fusil en el que se esté. Para muchos, Comando 18 fue un líder temido. Para otros, un protector. Para todos, una figura que encarna la compleja y sangrienta disputa armada que no ha terminado.
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