Matan a joven de 16 años en aparente venganza contra su padre preso y le dejan cartel: “por sapo de la ley”


Al joven lo asesinaron a tiros en Santa Ana, Magdalena, y junto a su cuerpo dejaron un cartel con la frase “por sapo de la ley”. Las autoridades investigan si el crimen fue una venganza contra su padre, un delincuente preso conocido como alias El Guaya.

El municipio de Santa Ana al Sur del Magdalena que llevaba semanas de aparente calma, se estremeció con el homicidio de uno de sus jóvenes habitantes.

En el sector conocido como La Cruz, el cuerpo de Marcos Aguilar fue encontrado tendido sobre la tierra, con múltiples impactos de bala en la cabeza. Al lado, una hoja blanca con tinta negra dejaba un mensaje directo y brutal: “por sapo de la ley”.

La víctima de 16 años, era hijo de alias El Guaya, un hombre con amplio prontuario criminal que actualmente paga condena tras ser capturado por delitos como extorsión, porte ilegal de armas y nexos con estructuras armadas ilegales que operan en el sur del Magdalena.

No hay duda entre los investigadores: el letrero fue dejado por los mismos asesinos. No hubo robo, no hubo forcejeo. Solo disparos certeros y una sentencia escrita que hace temblar a quienes conocen la historia.

El mensaje no parecería ir dirigido al joven, sino a su padre. Como si la ejecución de Marcos fuera una advertencia, una represalia. Un castigo ajeno por algo que habló.

El caso está en manos de la Sijín, que ya adelanta labores de inteligencia. Una de las hipótesis más fuertes apunta a que alguien consideró que alias El Guaya había colaborado con las autoridades, y decidió vengarse a través de lo más vulnerable: su hijo.

En Santa Ana, el asesinato ha sembrado terror. Vecinos prefieren guardar silencio, temiendo que hablar les cueste la vida. Nadie quiere ser el siguiente con un letrero sobre el pecho.

Marcos Aguilar, según las autoridades, no tenía antecedentes ni procesos en su contra. Pero el peso del apellido, en esta ocasión, fue más fuerte que cualquier historial limpio. Murió por lo que representa. Murió por lo que su padre pudo haber dicho. Murió como advertencia.

La violencia en Magdalena se está tornando cada vez más personal. Ya no se matan solo enemigos, ahora también familiares. El mensaje es claro: hablar tiene consecuencias. Y, a veces, no las paga quien habla.


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