El ataque con armas blancas dentro del penal de La Dorada dejó con fuertes lesiones al temido sicario venezolano Tommy Masacre y al cabecilla de Los Pepes, Digno Palomino. El hecho desató una nueva guerra entre bandas criminales tras las rejas.

La violencia que por años ha azotado las calles del Caribe colombiano se trasladó a los pasillos de una cárcel de máxima seguridad. Esta vez, el epicentro fue el penal de La Dorada, en Caldas, donde un intento de asesinato reavivó la guerra entre estructuras criminales que, lejos de haberse desarticulado, siguen operando con poder desde prisión.

El blanco del ataque era Digno Palomino, señalado como el máximo jefe de la organización Los Pepes. Hasta su celda llegaron tres internos armados con cuchillos improvisados. Alias Cachetes, alias El Negro Over y alias Gomelo, integrantes de Los Costeños y Los Rastrojos Costeños, habrían ingresado con el objetivo de asesinarlo.

Tommy Masacre, sicario venezolano con amplio historial de crímenes en Barranquilla y otras ciudades del norte del país, intervino para proteger a Palomino. La acción desató una riña violenta que dejó a ambos heridos. Las lesiones más graves las sufrió Tommy, quien tuvo que ser evacuado con custodia hacia un centro médico, mientras Palomino permanece bajo vigilancia dentro del penal.

Aunque no hubo un pronunciamiento oficial del Instituto Nacional Penitenciario (INPEC), fuentes internas del penal confirmaron el ataque.

Las versiones extraoficiales apuntan a que la orden para ejecutar a Palomino se habría emitido desde Soledad, Atlántico, con alias Castor —líder de Los Costeños— como supuesto autor intelectual.

La respuesta no tardó. Los Pepes habrían emitido amenazas de retaliación y, según información de inteligencia, estarían consolidando una alianza con el Clan del Golfo, un pacto que podría escalar la confrontación más allá de los muros del penal y tener repercusiones graves en varias regiones del país.

Lo ocurrido revela el poder criminal que aún conservan estos jefes tras las rejas.