
Con la ayuda de la alcaldía de Pinedo, 260 indigentes dejaron las calles y se reencontraron con sus familias
En menos de un año, la Alcaldía de Santa Marta ha logrado que cientos de personas en situación de calle inicien un proceso de transformación personal, rehabilitación y reencuentro con sus familias. El alcalde Carlos Pinedo Cuello recorrió el centro donde comenzó este silencioso pero poderoso cambio.
Cuando el alcalde Carlos Pinedo Cuello ingresó al Centro de Atención Integral para Habitantes de Calle, lo recibió un hombre de voz temblorosa y ojos húmedos. “Yo ya había perdido todo, hasta las ganas de vivir. Hoy me levanté, me bañé, comí, y por primera vez en años sentí que valía la pena seguir”, le dijo.
Se llama José David, y hace apenas cinco meses vivía en un andén del mercado público, sin identidad ni familia.
Como él, otras 376 personas han pasado por este centro desde agosto del año pasado. De ellas, 260 han iniciado un proceso de rehabilitación y han sido reencontradas con sus familias. Algunas, incluso, después de más de una década de estar completamente desconectadas del mundo.
“Mi hijo estaba perdido en la droga. Hoy lo volví a abrazar”
María del Carmen, madre de uno de los beneficiarios, no puede hablar sin que la voz se le quiebre. “A mí ya me habían dicho que lo diera por muerto. A veces me lo encontraba tirado por ahí y ni me reconocía. Pero este lugar le dio otra oportunidad. Me lo devolvieron”, cuenta mientras muestra en su celular una foto que le tomaron recientemente juntos, sonriendo.
La historia de su hijo, Julián, es una de las que más conmovió al alcalde. Tras 11 años viviendo en las calles de El Boro, logró dejar el consumo con acompañamiento psicológico y hoy recibe formación técnica en oficios básicos.
“No estamos hablando de cifras, estamos hablando de vidas reconstruidas”, dijo Pinedo.
Un modelo de atención que transformó la política social
El Centro de Atención Integral es el primero que ha tenido Santa Marta en toda su historia. En sus paredes hay dormitorios compartidos, salas de atención psicológica, una cocina comunitaria y espacios para talleres ocupacionales. Actualmente, alberga a 48 personas de forma permanente.
Pero el impacto no termina ahí. En los últimos nueve días, 59 ciudadanos más fueron ingresados, evaluados y, en algunos casos, ya reunificados con sus seres queridos.
“No hay nada más poderoso que ver a alguien que vivía sin esperanzas volver a creer en sí mismo”, expresó el secretario de Inclusión Social, David Farelo Daza.
Gracias a este modelo, Santa Marta también fue seleccionada por el Ministerio de Igualdad para operar una Unidad Móvil que permitirá llevar esta estrategia a zonas de difícil acceso. “Esto es solo el principio de una política pública real, no improvisada”, afirmó Farelo.

Una apuesta por la dignidad, no la limosna
“Esto no es asistencialismo, es dignificación de la vida humana”, sentenció el alcalde Pinedo durante su recorrido por el centro. En su discurso recordó que la atención a la población en situación de calle no puede reducirse a dar comida o techo temporal. “Se trata de salud, educación, cultura, trabajo, identidad… Se trata de darles una razón para volver a empezar”, dijo.
El nuevo centro de atención distrital, que ya cuenta con terreno adjudicado y recursos definidos, tendrá una infraestructura más robusta y un portafolio integral que incluye seis comidas al día, alojamiento, atención médica, rehabilitación, orientación legal, acceso a educación y formación para el empleo.

Un reto humanitario con rostro extranjero
Según datos de la Alcaldía, el 80% de la población habitante de calle en Santa Marta es de origen extranjero, en su mayoría migrantes venezolanos. Esto ha representado un desafío mayor en términos de atención humanitaria, pero no ha sido un obstáculo para la implementación de este modelo.
“Nosotros no preguntamos de dónde vienen, sino a dónde quieren llegar. La ciudad debe ser un espacio de oportunidades, no de abandono”, concluyó Pinedo Cuello.
A diferencia de otras administraciones donde las estrategias de atención a esta población quedaban en promesas o pequeños operativos, el gobierno de Carlos Pinedo ha consolidado un plan con resultados visibles y sostenidos. “Esta no es una acción de un solo día. Es un compromiso con los más invisibles”, dijo el mandatario.
Y mientras él hablaba, al fondo, un hombre que no quiso decir su nombre empacaba en una maleta plástica la ropa limpia que le acababan de entregar. “Hoy duermo bajo techo y mañana me reencuentro con mi hija. Usted no sabe lo que eso significa”, susurró. Él es uno más entre los 260 que hoy tienen algo que nunca pensaron recuperar: una segunda oportunidad.

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