Un nuevo asalto a mano armada en la carretera, a la altura del corregimiento de Tasajera, expone la gravedad de una situación que se repite cada día: robos, bloqueos y saqueos sin una respuesta efectiva por parte de las autoridades.

Un nuevo testimonio volvió a confirmar lo que muchos conductores temen: la carretera que une a Ciénaga con Barranquilla sigue siendo tierra de nadie. A la altura del corregimiento de Tasajera, una familia fue atacada por cuatro hombres armados con cuchillos que, en cuestión de segundos, rompieron la carpa del vehículo y se llevaron parte de la mercancía que transportaban.

El conductor, todavía alterado, relató el hecho en redes sociales. Según cuenta, fue interceptado en uno de los resaltos del sector, una de las zonas más críticas de la vía. El miedo aumentó cuando, buscando ayuda, llegaron a una estación de Policía a tan solo 25 metros del lugar del robo. La respuesta que recibieron fue desalentadora: “Eso es todas las noches, ya no sabemos qué hacer”.

Este tipo de episodios se ha vuelto común en este corredor vial del Caribe colombiano, que atraviesa un punto históricamente golpeado por la pobreza y la falta de oportunidades. Tasajera, con su historial de tragedias, ahora es escenario habitual de atracos, saqueos a camiones y bloqueos improvisados.

Lo que más inquieta a quienes transitan por esta vía no es solo la violencia, sino la normalización del delito. Las denuncias de conductores y transportadores abundan, pero la reacción de las autoridades parece limitada a la resignación. La vigilancia es escasa, los controles son casi nulos y el temor crece.

La comunidad continúa atrapada entre la necesidad y el estigma. Algunos habitantes de Tasajera rechazan los señalamientos, mientras otros, en silencio, ven cómo el crimen organizado convierte la vía en su campo de operación.

La ciudadanía no solo pide seguridad; exige presencia estatal efectiva. Porque transitar por esta vía no debería ser una apuesta diaria entre llegar a destino o ser víctima de la delincuencia.