
Guerra por el negocio de la droga tiene desatada la violencia en barrios del Sur de Santa Marta
Cuatro muertos y cinco heridos, entre ellos una anciana de 92 años y un niño de 10, dejó en una semana la disputa a sangre y fuego entre ‘Los Pachencas’ y ‘El Golfo’ por el control del microtráfico. Aunque las autoridades intensificaron los operativos, los vecinos de barrios como El Pando y María Eugenia siguen atrapados en el miedo.
La madrugada del sábado fue la más oscura de los últimos meses para los vecinos del barrio El Pando, en el sur de Santa Marta. El estruendo de las ráfagas de fusil rompió el silencio y sembró el terror. No hubo tiempo para gritos, ni para rezos. Una casa quedó destruida por la cantidad de disparos que dejaron como resultado dolor y la sangre.
Los sicarios armados hasta los dientes buscaban a un cabecilla de banda. No lo encontraron. En cambio, asesinaron a una anciana de 92 años, símbolo del barrio por su generosidad y alegría. También hirieron a una mujer y a un niño de apenas 10 años, víctimas inocentes de una guerra que se libra sin reglas ni piedad.
El crimen no fue aislado. Fue apenas uno más de una semana de horror en la que la batalla por el negocio del microtráfico dejó cuatro muertos y cinco heridos en los barrios del sur de la ciudad. En María Eugenia, una mujer recibió una bala perdida cuando sicarios atentaron contra Lewis Meriño, señalado por las autoridades de tener vínculos con el microtráfico y antecedentes por robo.
Moradores viven entre el miedo y la zozobra
Los enfrentamientos entre ‘Los Pachencas’ y ‘El Golfo’ por el control del narcomenudeo tienen a los habitantes de El Pando, Primero de Mayo, María Eugenia y sectores vecinos viviendo en zozobra permanente. La gente evita salir de sus casas, no se arriesga a quedar en medio de la próxima ráfaga. No hay certezas, solo miedo. Nadie sabe cuándo ni contra quién será el próximo ataque.
La familia de la anciana asesinada ya ha perdido al menos a seis de sus miembros en esta espiral de violencia. Y la tragedia no parece tener fin: el objetivo de los sicarios aún sigue con vida y escondido, mientras la amenaza permanece latente.

Militares, policía y gobierno intervinieron la zona
Ante la crisis, las autoridades han reforzado la presencia policial y militar. Desde el sábado, una caravana de seguridad patrulla los barrios afectados. Requisas, revisión de antecedentes y vigilancia constante son parte del operativo encabezado por el secretario de Seguridad, Gustavo Berdugo, quien aseguró que el alcalde Carlos Pinedo Cuello ordenó no cesar las acciones “hasta recuperar el orden y la tranquilidad en este sector de la ciudad”.
“Los buenos son más y no vamos a permitir que actores ilegales vengan a sembrar miedo”, dijo Berdugo, mientras la comunidad observaba desde las ventanas la presencia de uniformados con una mezcla de esperanza y desconfianza.
Y es que, aunque la intervención trajo un respiro momentáneo, muchos temen que al retirarse la Fuerza Pública, los criminales regresen con más violencia. Los vecinos coinciden en que no basta con patrullajes: la solución real implica atacar las estructuras del narcotráfico desde sus raíces, con inteligencia, justicia y oportunidades para los jóvenes.
En el sur de Santa Marta, la guerra por la droga no solo se cobra la vida de quienes están en el negocio. También arrastra a inocentes que jamás imaginaron convertirse en parte de una estadística.
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