Mototaxista transformó su moto en colectivo y transportaba cinco pasajeros


Un video viralizado muestra a un motociclista transportando a cuatro menores y una mujer sobre una sola moto en plena Troncal del Caribe. La escena, que ha generado indignación, revela cómo la imprudencia se ha vuelto paisaje cotidiano en Santa Marta.

La escena parece sacada de una postal del absurdo, pero no es ficción. Es Santa Marta, en plena Troncal del Caribe, donde el tránsito no perdona distracciones. Allí, una motocicleta avanza tambaleante con seis personas a bordo: el conductor, una mujer aferrada a su camisa, y cuatro niños distribuidos como si fueran bultos, sin casco, sin protección, sin conciencia del peligro.

El video, captado por un ciudadano y difundido rápidamente en redes sociales, provocó una ola de indignación, comentarios encendidos, emoticones de rabia. Pero también, entre la marea de reacciones, emergió una inquietante verdad: esto no es nuevo. Es cotidiano.

“Esto ya es normal aquí”, dice un residente del sector. Y esa frase, tan simple como brutal, resume el problema de fondo: la peligrosa práctica del mototaxismo desbordado ya no escandaliza, sino que se ha naturalizado. La imagen de familias enteras montadas en una moto no es una excepción, es la norma.

En las imágenes, dos niños viajan sobre el tanque de gasolina, sus pequeñas manos aferradas a nada. Otros dos, más atrás, se sostienen con dificultad. La mujer, con uniforme escolar, probablemente madre o acudiente, va en la parrilla trasera, sin más apoyo que la espalda del conductor.

Nadie parece alarmarse. No hay policías a la vista. No hay advertencias. Solo la cámara que graba y la ciudad que observa —una vez más— cómo la informalidad se impone a la seguridad, cómo la necesidad doblega la norma.

Y es que el mototaxismo en Santa Marta no es solo una infracción constante, es también una respuesta desesperada a la falta de transporte público eficiente.

Sin embargo, cuando se involucran menores de edad, la línea entre necesidad y negligencia se vuelve inexcusable. No puede haber justificación para poner en riesgo tantas vidas sobre dos ruedas.

El video no necesita palabras para narrar el peligro. Lo hace con imágenes crudas: una moto sobrecargada avanzando sin rumbo claro. Y mientras tanto, Santa Marta sigue adelante, como si nada, esperando el próximo video, el próximo escándalo viral, la próxima tragedia que tal vez ya no cause ni sorpresa.


¿Quieres pautar

con nosotros?