Los chats del celular del menor que disparó a Miguel Uribe: “No mano, hoy a la hora que sea”


Conversaciones encontradas en el teléfono del adolescente capturado revelan que el atentado contra el precandidato presidencial fue planeado con antelación. Autoridades ya tienen identificados a posibles autores intelectuales.

Las pruebas más contundentes del atentado contra Miguel Uribe Turbay no se hallaron en el lugar de los hechos, ni siquiera en los casquillos de bala que quedaron regados tras el tiroteo. Estaban en el celular del menor de edad que disparó. Un teléfono que ahora se ha convertido en la pieza clave de una investigación que apunta más allá del adolescente de 14 años que jaló el gatillo.

El atentado ocurrió la tarde del sábado 7 de junio, mientras el precandidato presidencial participaba en un evento público en el barrio Modelia, localidad de Fontibón. Tres disparos lo hirieron gravemente, y en medio del caos, su esquema de seguridad repelió la agresión y persiguió a los atacantes. Uno de ellos, el menor, fue retenido por la comunidad y la Policía, que le incautó el arma y un celular.

Ese dispositivo móvil ha sido clave. Tras analizar su contenido, las autoridades encontraron una serie de chats que confirman que el ataque había sido coordinado. “Vamos a cobrarlo, pero temprano”, escribió el joven, a lo que su interlocutor le respondió: “No mano, hoy a la hora que sea”. La conversación hace alusión directa al crimen y demuestra que había una instrucción precisa: asesinar a Miguel Uribe ese mismo sábado.

Además de ese intercambio, el celular contenía mensajes con al menos otras dos personas, cuyos nombres no han sido revelados por tratarse de información reservada en medio de la investigación. Lo que sí se sabe es que estos contactos estarían relacionados directamente con la planificación del atentado, y ya habrían sido identificados por las autoridades.

El menor, según fuentes de la investigación, también habría aportado voluntariamente más datos, incluyendo nombres y números telefónicos de quienes lo habrían contactado para cometer el ataque. Las autoridades analizan si hubo pagos de por medio, promesas o presiones.

La Fiscalía y los equipos de inteligencia judicial trabajan sobre las pistas encontradas en el dispositivo para establecer la cadena de responsabilidades. La prioridad: ubicar a los autores intelectuales que enviaron a un adolescente a ejecutar un intento de magnicidio en plena capital.

Lo que comenzó como un atentado en un evento barrial hoy se perfila como una trama más compleja, con mensajes que muestran un grado de premeditación alarmante y una red detrás del menor que, poco a poco, comienza a quedar al descubierto.


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